sábado, 23 de marzo de 2013

Eh, tú.

Estropeamos las cosas sin darnos cuenta de que vamos destrozándolas. Herida a herida supongo que podemos llegar a hacer mucho daño. A lo mejor volcamos desconfianza, rabia, impotencia, en quién menos lo merece. Esa persona que siempre está para ti es la que acaba tragando con tu mal humor. Por eso desde aquí, hoy quería pedir el perdón más sincero del mundo, probablemente el más sincero de mi vida. He pagado contigo cada mínimo mal día, los mínimos y los enormes. Te he hecho cargar con mis problemas, con cada bajón, con cada rayada. Te he convertido en parte de todo lo malo que me rodeaba. Soy muy consiente de todo lo que he hecho mal, de que aunque la culpa no haya sido solo mía, he tenido la mayor parte. Doy las gracias, y ni te imaginas cuanto, por cada lágrima que has parado, por cada sonrisa que has provocado. Por todo lo que has aceptado escuchar, y lo que has intentado ayudar. Si es que las veces que digo que eres lo más grande que ha aparecido en mi vida, lo digo por algo. Sabes todo lo que pienso de haberme acompañado en todo momento, de haber sido esa persona que entendía absolutamente todo. De que sea quién pregunta a cada momento lo que pasa, quién sabe mi estado de ánimo con solo mirarme, quién lo cambia todo con un abrazo. Así que sí, a día de hoy tengo la necesidad de pedirte disculpas, de verdad. Por no estar a la altura, por haber sabido actuar en mil ocasiones, por ser la más enfadica y niñata de este mundo. Pero es que eh, a pesar de todo, te quiero. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario