Odio todo aquello que implica permanencia u obligaciones. Por eso me limito a no creer en la palabra 'amistad'. Me aterra la posibilidad de fallar a alguien, de tener algo que cumplir. Pero, ¿qué me decís de esas personas que acceden a tu corazón? En el mío caben pocas, las contaría con los dedos de una mano. Porque son enormes, y ocupan tanto espacio que no caben más. Ahí está ella. 'La que alegra y endulza mi cara, la que aguanta mis malos humores y encima de todo se calla'. No la cambiaría por nada del mundo, y creo que lo sabe. Es más que una amiga, llamarla así sería infravalorarla. Por eso suelo llamarla hermana. Al fin y al cabo, ¿qué es sino? No exagero si digo que tiene la capacidad de alegrar los peores días, que gran parte de mi felicidad depende de ella. De que su mano siga aquí, como hace un año, agarrándome con más fuerza con el paso de cada mes. Y es que esto se ha hecho indestructible. No he conocido jamás una persona como ella, que lo de todo por verte sonreír. Es esa que te entiende ante todo, que no te juzga, solo te apoya. La debo mundos, y espero que sea consciente de ello. 'Regalo del cielo prometo cuidar'. Y es que aquí estamos, en las buenas, en las malas y en las peores. No existe día malo si lo pasas a su lado, y la verdad es que pagaría por repetir cada momento. Pero son irrepetibles. Jamás la llegaréis a la suela, ninguno. Os da mil vueltas, y eso es así.
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