domingo, 13 de octubre de 2013

Balance.

Los domingos son para reflexionar. Personalmente, los considero el día de balance semanal. Por eso nos invaden las dudas en tantas ocasiones. Es el momento de pararte a pensar en las mañanas malas, buenas tardes y viceversa. Concienciarte de si verdaderamente han merecido la pena las lágrimas nocturnas o si las sonrisas de día no eran fingidas. Parece que una semana es poco tiempo, pero pueden pasarte tantas cosas en un solo día. Hay semanas que aparece gente,y semanas que se va. Semanas que las personas vuelven y tienes que decidir si dejarlas o no entrar. Semanas que simplemente, te ves sola. Sin nadie que entre, que salga, que se quede. Semanas pasivas, en las que has dejado la vida pasar esperando con todas tus ansias que empezara una nueva. Nunca es fácil decidir a quién dejar ir, o a quién pedir volver. Dicen que de los errores se aprende, pero es que yo no tengo a quién me enseñe. No encuentro el lado educativo a los errores del pasado, y sinceramente, creo que jamás voy a tomarlos como una lección de vida. Soy de las que cae una vez tras otra con la misma piedra esperando que un día se amolde a mí. Pero a veces hay que recordar que las piedras son duras, demasiado duras como para que un día se ablanden y cojan tu forma. A lo mejor esto es demasiado pensar. Al fin y al cabo, sonreír es gratis ¿no? Pero es que hasta hoy, no han cobrado a nadie por llorar. Despejar el alma, las dudas, los miedos, en lágrimas. No creo que sea tan malo, al fin y al cabo, ha sido una semana difícil. 

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