domingo, 8 de diciembre de 2013

Irene Vega Frutos.

Hay algo más allá de todo. Más allá de los malos días y de las noches de lágrimas. Más allá incluso de las sonrisas y las carcajadas. Hay algo que supera los recuerdos, los momentos olvidados, los años de vida. Ese algo es la amistad. Siempre necesitamos a alguien que pasee a nuestro lado, que nos de la mano cuando no sepamos subir un escalón solos; esa persona que nos levante al tropezar aunque primero se ría de nosotros. Ese hombro que cuando no sepa que decir, te deje llorar sobre él. Todos en este mundo necesitamos una persona que nos comprenda cuando ni nosotros mismos lo hacemos, que nos diga ese "No estás solo" cuando sientes que se te cae el mundo encima. Con quién criticar a esa persona que te da ganas de llorar, sabéis de lo que hablo. Hablo de insultar a todo el que nos hace daño, por mucho que duela. Hablo de romper viejas amistades que no merecían la pena, de dejar pasar amores fallidos, de exámenes suspensos que solo han sido un alto en el camino. Hablo de olvidar sonriendo, con ella. Hay pocos amigos de verdad, ni siquiera digo que se cuenten con los dedos de una mano, pero conocemos a tanta gente... y tan pocos nos llegan. Ella es de esas personas. De las pocas que quieres mantener para siempre, de las que ves en el futuro. Yo que sé, me refiero a imaginarte dentro de años con ella y sus hijos en tu casa. A compartir una vida, ¿sabes? Creo poco en la amistad, pero cuando lo hago es porque me han dado motivos para hacerlo. Es porque sé que es de las que durarán. A lo mejor no hemos pasado años juntas, pero lo que es cierto es que dentro de unas décadas estaré aquí, o en cualquier otra parte del mundo, escribiendo sobre la vida que ha compartido conmigo. Lo tengo claro, para siempre. 

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