No sé que pasa. No sé que siento, que quiero, que busco. Este estado de ánimo es humillante. Para mí misma. No me consiento una lágrima, ni por todos los problemas del mundo. Jamás lloro, porque jamás pienso que la situación merezca tanto la pena como para llorar. Pero por dentro... por dentro es otra cosa. Noto como mis ojos derraman lágrimas internas, como no sale la fuerza para exteriorizarlas. A lo mejor es cuestión de orgullo propio, a lo mejor poco a poco vuelve a mí. ¿Qué pasa? ¿Qué me pasa? No sé si eres tú, el recuerdo de tantas cosas que me torturan y no vuelven. ¿Amistad? Perdida. Así me siento. Es posible que lo me ocurra ni siquiera seas tú. El curso se me echa encima y no tengo tiempo para perder fuerza, para derrumbarme. Tengo que mantener esta sonrisa y estas ganas, porque tres meses pasan muy rápido. Y puede que suponga el fin de tantas cosas. También tengo miedo a eso, a perder gente, a no volver a ver a personas que un día me hicieron sonreír. A lo mejor es la falta de ese apoyo que últimamente tiene tiempo para todo menos para mí, o la impotencia de no poder ayudar a una de las personas que más te importa. Se me va cayendo el mundo encima, poco a poco, y noto como duele. Es el sufrimiento, el miedo de ver como llegan las ruinas.
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